Recibimos la parcela en enero de 2019 sin un solo árbol, pero teníamos tierra, viento, cielo y sueños. Nuestra tierra no recibe agua de pozo, es de temporal, lo que significa que anteriormente sólo se podía cosechar en la temporada de lluvias, por lo que producían maíz y frijol. En Tequisquiapan llueve una quinta parte de lo que llueve en la Ciudad de México.
Construimos una cisterna con captación de lluvias donde también recibimos agua de pozo que traen en pipas, y utilizamos un sistema de riego por goteo, para cuidar el agua.
En estos años hemos plantado 850 truenos para crear muros verdes, plantamos 50 árboles como fresnos, jacarandas y pirules para generar oxígeno y crear sombras, y a la fecha hemos plantados más de 3,000 plantas aromáticas, entre la lavanda, el romero, la verbena y el eucalipto. Sin embargo estamos enfrentando el problema del calor extremo y de un suelo pobre.
Hoy en día recibimos mariposas, abejas, colibrís, conejos, cacomiztles y todo tipo de fauna local, quienes disfrutan igual que nosotros de los aromas de lavyn.